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«Es una putada tener cáncer, pero se puede hacer la Škoda Titan Desert»

20 de marzo de 2024

Hablar de cáncer es un tabú, una palabra prohibida que casi nadie quiere pronunciar, lo sufra o no. No es el caso de Silvia González, que pronuncia esas seis letras sin miedo. Lo hace, de hecho, con una vitalidad, una fuerza y una energía tremendamente contagiosas.

Ni el linfoma folicular que le diagnosticaron en 2018 ni los meses de quimioterapia ni los ensayos clínicos ni el autotrasplante de médula que pasó hace apenas tres meses han conseguido bajar a esta madrileña de 52 años de la bicicleta. “Es que es una pasión”, explica ella con una sonrisa. 

Precisamente esa historia, la de una persona que ha sobrellevado un cáncer durante años, es una de las que quiere dar a conocer en la Škoda Titan Desert Morocco 2024. A la carrera de mountainbike acudirá apadrinada por el equipo deAural Centros Auditivosy acompañada de amigos, consejeros y todo un doble campeón del mundo de maratón como es el Abel Antón.

¿Cuáles son tus primeros recuerdos en bicicleta?

Después de casi 20 años, ya casi con 30 volví a montar en bici. Empecé en indoor, cuando se puso de moda el spinning. No teníamos tiempo fuera del trabajo y hacíamos eso. Pero me aburría y quería rodar en la naturaleza.

Empecé a salir con la bici, pero, claro, vas tú sola, sin los GPS que tenemos ahora. Yo iba con mapa, imagínate. Entonces me apunté a un club e hice marchas con ellos. Me volví una loca de la bici.

Y ahora lideras una iniciativa de ciclismo para mujeres: Ciclismo para todas.

Sí, yo siempre he sido una mujer muy atrevida en todo, pero es verdad que muchas veces las mujeres necesitamos sentirnos apoyadas. Creo que nos exigimos mucho para poder ir con una grupeta.

De hecho, nos pasa en Ciclismo para todas. Algunas mujeres tienen miedo de si van a poder seguir el ritmo de la salida, pero al final estas salidas son para todas y todas hemos estado en ese punto en el que nos puede costar más.

Cada vez vemos más mujeres sobre la bici.

Sí, ahora hay un boom. Se ven grupos de chicas por todos lados. Incluso en competición, cada vez hay más máster compitiendo. Ha habido una progresión exponencial.

Tu caso es excepcional. Tienes linfoma y te lo detectaron a raíz de una caída en bicicleta.

En el 2018, gracias a que me rompí la cadera porque me caí en bici, me detectaron un linfoma folicular. Estuve un año esperando a ver cómo se desarrollaba. Avanzó y en el 2019 me trataron. Estuve un año con tratamiento y desapareció justo antes de la pandemia, pero a los dos años reapareció.

Este último año he estado en un ensayo clínico, también con quimioterapia. Ahora me han hecho un autotrasplante y ya está todo erradicado.

¿Y te lo detectaron por una caída?

Sí, yo llevaba con molestias desde mayo de 2018 y la caída fue en junio de ese año. Era una molestia en la ingle porque ese fue el ganglio que más se inflamó en ese momento. Lo achacas a sobreentrenamiento porque cuando dejaba de montar en bici me dolía menos. Si no me hubiera caído, seguramente me lo habrían detectado mucho más tarde.

¿Durante el tratamiento tuviste que dejar la bici a un lado?

No, no, yo no he estado nunca sin montar en bici. No sé cómo sonará, pero cuando el hematólogo me dijo que era curable lo primero que le pregunté fue si podía montar en bici. Él me dijo que mientras el cuerpo me dejara, que lo hiciera. Por suerte mi cuerpo me dejó, incluso cuando estaba con quimio.

A mí me decían después de las sesiones de quimio que al llegar a casa me entraría el bajón, pero a mí no me entraba el bajón. Así que seguía.

¿A raíz de la enfermedad cambió tu relación con la bici?

Es que para mí es una pasión. Los que me conocen, cuando estoy de mal humor, me dicen: “Sal a darte una vuelta con la bici, que te cambia la cara”. Es que monto y me cambia la cara. Es verdad.

Además, me ha ayudado muchísimo en todo este proceso. He visto que a pesar del tratamiento podía seguir montando, que superaba los efectos secundarios de la quimio con deporte. Casi no he tenido efectos secundarios. Las chicas que salían conmigo se sorprendían de cómo aguantaba.

Yo recuerdo que por la quimio se me inflamaban las piernas y me dolían. Yo decía: “Por lo menos que me duelan por algo” (risas).

De hecho, ese es uno de los mensajes que te gusta recordar: cómo el deporte ayuda al paciente en este tipo de procesos y enfermedades.

En mi caso es clarísimo porque estoy loca y no puedo aguantar un día sin deporte. Pero es que, para cualquiera, simplemente el salir y darse un paseo ya se lo aconsejo.

La quimio te hace sentir una fatiga que no se va descansando en el sillón. Al final, aunque solo sea dar un paseo a la manzana, las endorfinas se te disparan.

Y así hasta ahora, que te estas preparando para la Škoda Titan Desert Morocco de este año. ¿Cómo surge la idea?

Es una de las pruebas emblemáticas. Todos los ciclistas que hacen mountainbike lo tienen ahí como reto, como algo que alguna vez en su vida quieren hacer.

Son muchas horas de entrenamiento, palabras mayores, pero yo soy de ver el vaso medio lleno. Entre el grupo de amigos dijimos: “Mira, es una putada esto de tener cáncer, pero tú sigues montando en bici, así que vamos a demostrar que de verdad se puede hacer”.

Es que al final, yo he estado montando en bici con tratamiento. Haciendo 100 kilómetros sábado y 100 kilómetros domingo. Hay gente que estaba con tratamiento postrada en una cama, pero no es mi caso.

Y cuando le dices a tu gente: “Voy a hacer la Škoda Titan Desert Morocco”, ¿cómo se lo toman?

Mi madre, por ejemplo, ya ha visto que gracias al deporte no he estado mal. Ella dice: “Bendita bicicleta. Tú haz lo que quieras”.

Mis amigos ya me conocen y saben que soy cabezota. Tengo una amiga que me dice: “Sé que lo vas a hacer, pero no es el mejor momento”. Al final, acabo de recibir un autotrasplante. No es el mejor momento, pero llevamos un equipazo. Las cosas surgen por algo y la haremos.

Hablas de ese equipazo que tienes. ¿Qué nos puedes contar de él?

Gracias a Aural Centros Auditivos podemos hacer este proyecto. Ellos tienen un proyecto de ejemplos de superación y en este caso es el mío. Lo que buscan es hacer llegar un mensaje de que solo tres de cada diez personas que sufren pérdidas auditivas van a revisarse la audición.

Buscamos dar ese mensaje e iremos de la mano de ellos, que me han rodeado con Abel Antón, por ejemplo. ¡Imagínate! Él dice que lo vamos a pasar pipa, así que me lo creo. Lo que él me diga (risas).

Pero a Abel Antón no le conocemos por la bicicleta. ¿Cómo le ves?

A ver, es la primera que hace de este tipo, pero es que es un doble campeón del mundo. Además, con el calor se mueve bien.

También tendré otros acompañantes, como Gaspar Díez o Jesús Mínguez, periodistas; o amigas, como Virginia Martínez de Murguía, que coordinadora el equipo; Fran, que es nuestro preparador; Javier, que nos ayuda con la comunicación… estamos todos un poco locos.

¿Qué objetivo te marcas para tu primera experiencia?

Con todo este proceso, terminar. Vivir una experiencia con el equipo, también. Pero es que al final soy muy competitiva y voy a estar pensando: “Si apretamos un poquito…” (risas). Pero no, no estoy en forma para apretar. Por lo menos, acabar, aunque seguro que allí algún apretón damos.

Abel es súper competitivo, y yo soy una bocachancla, seguro que apretamos. Pero, bueno, vivir la experiencia, terminar las etapas y luego ya veremos.

Las imágenes de llegadas a meta el último día son muy emotivas: de lágrimas, risas, celebración…

Según me lo estás diciendo, se me ponen los pelos de punta. Con eso te digo todo. Va a ser el broche de oro a todo este proceso que estoy pasando, con toda la gente que quiero…

¿Qué te gustaría que quedara de tu participación? ¿La visibilidad del cáncer, animar a mujeres a participar, que la gente conozca tu historia…?

No, mi historia personal seguro que no. Eso me ha servido para que muchas chicas a las que les pasaba algo parecido vieran que podía hacer vida normal. Hay una necesidad de contar que, aunque tengas un cáncer, hay que seguir haciendo deporte. No es mi historia personal, es decir a la gente que no se hunda y que siga peleando.

Luego, también lucho por dar visibilidad a la mujer. En el deporte, en general, y en el ciclismo, en particular. Hemos hecho algunas carreras en grupos de 10 mujeres y las hemos terminado. A mí me gusta ir a estas pruebas en equipo para ayudar a otras y apoyarlas. Que también lo consigan y se lo crean.

Conozco a muchas chicas que me dicen que no saben si van a poder terminar. Yo les digo que sí, que pueden, y lo hago con ellas para darle ese empujón de confianza que a veces no sé por qué no tienen.

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